Intentarlo no es suficiente
Ahora que estuve viendo películas de Navidad, me llamó la atención la palabra “creer”. Claro, se referían a creer en Santa Claus, pero esa palabra se quedó rondando en mi mente y, de pronto, hizo ¡puf! Algo la conectó en mi cabeza con el tema de creer en nosotros mismos. Luego evolucionó a creer en muchas otras cosas. Como cuando mis consultantes en terapia me dicen que no creen que algo pueda funcionar, o que no creen que ellos puedan llegar a ser más asertivos o tener mayor seguridad en sí mismos(as). Acto seguido, me cuentan algunas formas en que lo han intentado y no les ha funcionado. Así fue como relacioné “creer” con “intentar”. ¿Cómo intenta la gente hacer cosas, cambiar, aceptar una idea o un hecho, y hasta aprender? Así que esta publicación va de eso: intentar. Y, muchas veces, en las cosas más importantes de la vida, no basta con intentarlo.
Hay muchas cosas en las que, sencillamente, al intentarlo nos damos cuenta de que no era como pensábamos, sino que resultó algo agradable. Quizá tan agradable, que lo queremos repetir. Por ejemplo, no creía que un taco de maíz azul supiera rico, hasta que la familia de mi esposa me llevó a probarlos. O cuando me aventé de un tobogán acuático enorme: pensé que sería tan aterrador, que no volvería a hacerlo nunca. Y no fue así.
Sin embargo, hay otras veces en las que no basta con hacerlo una vez. Y es que pueden suceder un montón de cosas. ¿Qué tal si la persona que manufacturó ese primer taco de maíz azul que me comí hubiera tenido sus herramientas de trabajo puercas? Me hubiera enfermado y, probablemente, nunca iba a querer volver a probar los tacos azules. Algo así me pasó con el pulque: La segunda vez que lo probé, casi me arruinó ese viaje a Chignahuapan porque me la pasé corriendo al baño. Si no hubiera tenido una primera experiencia con el pulque en donde todo salió bien, hubiera una bebida más en mi lista negra.
Pocas veces las personas se atreven a darles segundas (o terceras, o cuartas…) oportunidades a las cosas. Y deja tú que sea con comida, lo preocupante es que lo hacen con cosas mucho más trascendentales, como ir al psicólogo. Tienen una o dos experiencias nefastas y ¡bye! La cosa es ¿cómo nos convencemos de que debemos seguirle dando oportunidades a esas cosas importantes? No creo tener la respuesta definitiva y completa, pero sí creo que puedo darte unos elementos importantes.
Tomemos un ejemplo. Tanto en la terapia, como en mi vida, creo que ser compasivos y amar a nuestra mente con todas sus ideas, y emociones es una manera estupenda de vivir. Mientras que odiarlas e intentar reprimirlas puede ser algo tan desastroso, que tiene un papel importante en el origen y mantenimiento de muchos conflictos internos y externos. Si alguien no me cree porque dice “¿cómo voy a amar a mis ideas si no me dejan dormir porque sobrepienso?” o “¿cómo voy a amar a mi cerebro si me está diciendo que 1nc3nd13 todo y me vaya a otro país para empezar una nueva vida?”, pero quiere intentar creerlo, entonces necesitaría saber muchas cosas sobre qué significa exactamente esa creencia que menciono, y cómo se pondría en práctica. Puede ser algo complejo de entender para algunas personas. Y, aunque no sea complejo, si es algo extenso. Esa es la primera razón de por qué “intentarlo no es suficiente”: hay que saber muchas cosas sobre cómo se hace.
Retomando el ejemplo anterior, la creencia sobre la compasión y el amor a tus ideas y emociones puede chocar con creencias arraigadas y muy significativas, tanto tuyas, como de tu familia. Quizá choque con la creencia de que pensar en hacerle daño a alguien, automáticamente te hace mala persona, por ejemplo. Incluso hay religiones en las que está mal visto tener cierto tipo de pensamientos, aunque no los lleves a cabo. Esta es la segunda razón de por qué “intentarlo no es suficiente”: un cambio puede sentirse como traición a la familia, a sus valores, o hasta a ti mismo(a). Es decir, a veces no se trata solo de intentarlo, sino de lidiar con el peso de la culpa, las lealtades familiares, los valores arraigados, y las creencias incuestionables.
“A veces no se trata solo de intentarlo, sino de lidiar con el peso de la culpa, las lealtades familiares, los valores arraigados, y las creencias incuestionables.”
Aquí va otro ejemplo: hacer ejercicio. Te dicen que necesitas hacerlo por salud pero no te gusta el ejercicio, luego dices que ya lo intentaste y no te gustó. Y cuando te pregunto ¿qué intentaste?, me dices “ah, pues ir al gym”, seguido de un silencio que me indica que eso fue todo. ¿Qué hiciste en el gym?, ¿pesas o cardio?, ¿cómo exactamente? Hay cientos de ejercicios que puedes hacer. Además, ¿qué hay de ir a caminar, trotar, o correr? Pero si dijeras que ya lo intentaste, te puedo preguntar ¿dónde?, ¿a qué hora?, ¿qué días?, ¿ibas con alguien?, ¿llevaste a tu perro?, ¿escuchabas música?, ¿qué música?, ¿qué ropa usabas?, ¿qué pensabas mientras lo hacías?, ¿por cuánto tiempo lo intentaste? Luego seguiría atosigándote con ¿y qué hay de nadar, yoga, ciclismo, pilates, senderismo, volleyball, basketball, tochito, frontenis, calistenia?, ¿qué hay de comprar algunos aparatos sencillos en Internet y usarlos en tu casa? Quizá ya te imagines cuál es la tercera razón de por qué “intentarlo no es suficiente”: suele haber miles de maneras posibles de intentarlo. Miles de detalles que pueden hacer la diferencia.
Sigamos ahora con un ejemplo bizarro pero bastante útil. ¿Alguna vez has visto esos banquitos para el baño que te hacen subir las piernas como estando en cuclillas mientras estás en la taza? Son para facilitar el trabajo y que no ejerzas presión innecesaria en aquellas partes involucradas en el acto. Más o menos al estilo japonés. Quería confiar en que me ayudaría a… ya sabes. Entonces, lo compré. La primera ves que lo usé, no estuvo bien. Me reí, pero me incomodé muchísimo. “¡Mis piernas quedan muy arriba!”, “¡Me siento expuesto!”. Luego dije “a ver, a lo que vinimos es a abrir las compuertas mejor que nunca y, así, evitar hemorroides y otros problemas”. Hice lo que tenía que hacer, pero no me pude concentrar en la diferencia entre no usar el banquito y sí usarlo. Estaba demasiado apenado, aunque nadie me veía. La segunda vez logré notar mejor los beneficios de ser más abiertos… a probar nuevas cosas. Para la tercera vez, pensé “ah, esto no está tan mal y veo que vale la pena”. Seguía siendo raro, pero con el tiempo llegué a preferir usarlo que no usarlo. Ahí está la siguiente razón por la que “intentarlo no es suficiente”: toma tiempo acostumbrarse y no sabemos cuántas veces sean necesarias. En el ejemplo fueron unas tres, pero no sabemos cuánto te tome a ti en tu situación específica.
Banquito para el baño
Utilizado para no ejercer demasiada presión mientras dejas salir lo que traías cargando.
Para que yo me convenciera de intentar usar ese banquito, estuve investigando un poco sobre cómo y por qué funcionaba. También leí y escuché algunos testimonios para saber más o menos qué esperar. He ahí otro ejemplo de que intentarlo no es suficiente porque necesitas estar informado(a).
Y vamos más allá con ese mismo ejemplo. Yo suponía, y con el tiempo comprobé, que ese banquito no iba a solucionar todos mis problemas intestinales. Nuevamente, tenía que saber cosas. Tenía que saber que también influye la comida, la hidratación, la fibra, el estrés, el descanso, etc., pero quiero añadir algo importantísimo. No sé si llamarlo creencia o actitud o hábito. Hablo del deseo de encontrar algo que solucione todos tus problemas completamente. A todas las personas nos pasa en algún momento u otro: creemos que puede existir algo que solucione un problema en su totalidad y debemos encontrar ese algo individual. No en partes. Queremos que sea algo fácil, sencillo, simple, una sola cosa. Lo malo es que hay incontables situaciones en las que tal solución no existe. Esta era una de ellas. Así que otra razón por la que “intentarlo no es suficiente” es que debes aceptar que hay soluciones parciales que debes juntar, no te desvíes por buscar una solución única y sencilla.
Para el siguiente punto, tomaré un ejemplo más artístico. Una de mis series favoritas de anime es D-Gray Man. Había visto la primera temporada, pero la segunda, por alguna razón, no me gustó mucho y dejé de verla en el tercer episodio. Habían pasado más de 10 años entre que vi la primera y comencé a ver la segunda. Sentía que habían deformado la personalidad de los personajes, pero ahora veo que había algo más. ¿Exactamente qué? No lo sé. Solo sé que, unos pocos años después, mi esposa me volvió a recordar la serie regalándome el primer tomo del manga (nota cultural: el manga es como la “historieta” original en la que se basan para crear la serie de anime). Reconecté con la serie, los personajes y la historia. Fue hermoso. Volví a darle una oportunidad a la segunda temporada del anime desde su primer episodio y algo fue muy diferente. Por supuesto que era yo, no la serie. No sabría explicar exactamente qué, pero solo puedo resumir que otra de las razones por las que “intentarlo no es suficiente”, es que la situación es clave. El momento en tu vida, tu estado emocional, tus objetivos, tu madurez, tus creencias, tus necesidades, tus perspectivas, tu contexto, y un montón de otros elementos externos e internos pueden cambiar. Lo que no funcionó hoy, puede funcionar al rato, mañana, o en diez años. Y viceversa. Luego, puede volver a cambiar. Algo puede servirte, luego no, y luego volver a servirte. Y así.
El último ejemplo: retomaré la creencia que mencioné acerca de amar y tener compasión hacia tus ideas y emociones. Lo contrario es algo que se practica en varias filosofías y hasta religiones: hay ideas y emociones en ti que debes ignorar o reprimir porque son malas. Por supuesto que por años yo iba por la vida con esa creencia. Intentaba domar mi mente para ser mejor. Eventualmente, me topé con esta otra idea de la compasión y el amor. Lo decía gente mayor: filósofos(as), académicos(as), escritores(as), etc. Mientras yo solo era un chamaquillo. Primero no les creía; me parecía algo demasiado “chipitis flipitis”. Luego me dio por preguntarme “¿por qué lo dirán?”. No sabía a qué se referían porque medio lo intentaba y, pues, no. No me servía. Sin embargo, seguía la espinitia de “¿y si lo estoy haciendo o entendiendo mal? Digo, por algo lo dicen con tanta convicción”. Seguí leyendo, reflexionando y experimentando. Así llegué a lo que creo y entiendo hoy en día. Entonces, la última razón por la que “intentar no es suficiente” es que necesitamos la humildad para reconocer que hay cosas que no sabemos, que estamos haciendo mal, y de las que no nos damos cuenta.
Nota: “chipitis flipitis” es una frase inventada que tomé de un amigo que tenía en la prepa. Para mí significa algo así como “demasiado optimista, exageradamente amoroso y meloso”
Bien, llegamos a la última parte de esta publicación. Entonces, cuando intentes algo, ten en mente que no es suficiente con intentarlo. Ya sea con un hábito nuevo, una creencia, una filosofía, una habilidad, o hasta una persona nueva. No tomes mis ejemplos como “cada razón aplica para cada tipo de ejemplo que diste”. En realidad, cualquier razón que di puede aplicar para cualquier tipo de situación. Vamos, son solo ejemplos, no puedo escribir un libro aquí.
Resumiendo las razones por las que “intentarlo no es suficiente”:
Hay que saber muchas cosas. Infórmate. Aprovecha el internet. Pregunta.
A veces no se trata solo de intentarlo, sino de lidiar con el peso de la culpa, las lealtades familiares, los valores arraigados, y las creencias “incuestionables”.
Suele haber miles de maneras posibles de intentarlo.
Toma tiempo acostumbrarse y no sabemos cuántas veces sean necesarias.
Debes aceptar que hay soluciones parciales que debes juntar, no te desvíes por buscar una solución única y sencilla.
La situación siempre influye aunque no sepamos exactamente cómo. Esto es porque hay incontables varias que pasan desapercibidas.
Necesitamos humildad.
Pero ¡aguas!, esto no es una invitación para intentar infinitamente. Por ejemplo, si una persona no quiere salir contigo o no quiere hacer lo que tú le dices, no se trata de que sigas intentando miles de veces hasta que lo haga. Vamos más allá de por qué intentarlo no es suficiente. Hay veces en las que intentarlo es lo que no debes hacer.
